La economía española ya encadena más de cuatro años creando empleo
masivamente. La mayor parte de ese tiempo lo ha hecho a un ritmo anual que
superaba los 400.000 puestos de trabajo e, incluso, los 500.000. Eso ha
permitido que se reduzca el desempleo hasta un 14,5% desde un nivel que se acercó
al 27% en 2013.
Esa mejoría ha continuado el último verano, que suele ser buen periodo
para el mercado laboral, aunque con un poco menos de fuerza.
Esto deja ver también como aparecen los problemas como
precariedad y empleo barato, con bajos sueldos, de baja cualificación.
En el artículo único del Real Decreto 1032/2017, de 15 de diciembre,
por el que se aprueba la Estrategia Española de Activación para el Empleo
2017-2020 se puede observar lo siguiente: “Se aprueba la Estrategia Española de
Activación para el Empleo 2017-2020, la cual se configura como el marco
normativo para la coordinación y ejecución de las políticas activas de empleo e
intermediación laboral en el conjunto del Estado, y cuyo texto se incluye a
continuación.”
En mi opinión está bastante bien que la tasa de paro disminuya, además se ve que en los últimos años esto ha mejorado bastante, lo que no me parece tan bien es que esto sea aprovechándose de la necesidad de trabajar y a cambio de empleo barato y con bajos sueldos. Pese
a que el número de parados es el menor desde el cuarto trimestre de 2008,
todavía hay un millón setecientos mil personas más paradas que cuando comenzó
la recesión. El
mayor número de empleos se consiguieron en los servicios vinculados al turismo,
gran proveedor de empleos estacionales, seguidos de la construcción y la
industria.
María Jesús Cruz Cruz, (DTA).
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