jueves, 22 de marzo de 2018


ENLACE DE LA NOTICIA

RESUMEN

La calle está volviendo a convertirse en protagonista de la vida política de España. Las movilizaciones de las mujeres y los pensionistas colocan en el centro de gravedad de la cosa pública a los ciudadanos. Hay como una corriente eléctrica que se dispara cuando coinciden por las avenidas de una ciudad cientos y cientos de personas.

CLAVES JURÍDICO LABORALES 

La izquierda siempre ha tenido una fascinación especial por esas riadas de gente que invaden las calzadas, como si fueran a anegarlo todo hasta precipitarlo en un remolino del que terminara por salir después un mundo nuevo. “Para mí se trataba”, explica Canetti refiriéndose a aquella experiencia, “de un estado de embriaguez, de un incremento de las posibilidades vivenciales, de una potenciación de la propia persona, que, superando sus límites habituales, descubría el camino hacia otras personas que se hallaban en una situación análoga y formaba con ellas una unidad superior”.
Es difícil que haya algo tan potente como esa fuerza dentro del modesto catálogo de opciones que se ofrece al ciudadano para intervenir en los asuntos públicos. Y todavía más si las condiciones de vida no son las mejores y se viene de una devastadora crisis. El desamparo de haberse quedado fuera de la circulación puede compensarse de pronto con esa inyección de adrenalina. “Era un delirio en el que uno se perdía y se olvidaba, sintiéndose monstruosamente vasto y a la vez pleno”, cuenta Canetti.
Con lo que es posible pensar que todo está hecho ya, que las causas o las reivindicaciones por las que tantos se han movilizado se han conquistado así, de un plumazo. Craso error. Queda todavía lo más difícil. Traducir el descontento que ha desencadenado la decisión de salir a la calle, y no siempre es tarea fácil. En esa especie de ebriedad colectiva muchas veces se quiere todo. Pero eso, al final, es lo mismo que pedir nada, humo. Son los políticos los que deben dar forma a las exigencias de ese colectivo, sea el que sea, que ha mostrado su furia y sus anhelos. Para cambiar las leyes. Y para eso está el Parlamento. Con su ristra de bostezos. Si la izquierda lo olvida, o lo desprecia, es muy posible que al final pierdan todos.
VALORACIÓN PERSONAL 
El hecho de tener que ver como personas mayores que se han tirado toda una vida trabajando para tener una pensión digna y ahora se tenga que ver en estas condiciones me parece absolutamente vergonzoso, no es justo. Respecto la manifestación de las mujeres, veo muy bien que salgamos a pedir nuestros derechos, ya que se ha conseguido mucho en consideración ha hace 30 años pero aún queda mucho camino por recorrer. El gobierno debería darse cuenta de esta situación en la que cada día o cada cierto tiempo la gente sale a las calles descontenta con el sistema político a gritar y exigirle una pensión digna o unos derechos iguales entre hombres y mujeres, me parece situaciones que dan muy mala imagen al país. 
MARÍA TÍSCAR FÁBREGA LASO (DE)

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